Queridos hijos, tan grande ha
sido el amor que he sentido, que siento y que siempre tendré por ustedes, que
les cederé mi última gota de agua, la última rama de mis árboles y el más
mínimo oxígeno que retenga para que puedan sobrevivir. He dedicado toda mi vida a proveerles de
alimentos, agua, luz, sombra, y todas las condiciones necesarias para que
tengan una vida cómoda, sin embargo, no veo que valoren las bendiciones que el
creador les ha dado a través de mí.
Recibo golpes directos a mis
pulmones, producto del resíduo de las guerras, la quema de los árboles, entre
otros factores, me faltan al respeto al respirar tantos gases tóxicos sobre mí,
y que tantas heridas me provocan y que poco a poco destruyen mi pared pulmonar,
pero sobre todo, lo afecta a ustedes que acortan su vida pasivamente.
Mi sangre, que es la mayor fuente
de vida para ustedes, recibe tantas dosis diarias de veneno, que ya mi cuerpo
se encuentra enfermo y tengo miedo de que la consuman porque temo que les lleve
a enfermarse y morir.
Entiendan que no me estoy
quejando, es sólo que quiero que sus vidas continúen por los siglos y milenios que faltan por venir, y que al
cuidarme a mí, se cuidan ustedes y a sus generaciones. Ojalá no fuera el único
con las capacidades de facilitarles un lugar para que puedan vivir y disfrutar
de sus cortas vidas. Tengo esa gran responsabilidad y únicamente les pido que
todos unidos protejan mi oxígeno, mi sangre y que cuiden de mis bellos que
hacen un buen trabajo al cuidar mi piel y proveerles la sombra y el aire que
necesitan.
Muy atentamente y rogándoles que
me tomen en cuenta,
EL PLANETA TIERRA